Desde que Hench en 1976 describiera con el nombre de fibromialgia,
una serie de padecimientos musculares que se denominaban de
diferentes maneras, y posteriormente el American College of
Rheumatology en 1990 fijase los criterios para clasificarla, no
hemos avanzado todo lo que quisiéramos en el conocimiento de la
enfermedad, de su proceso íntimo de comienzo, de las pruebas
precisas para diagnosticarla, ya que no produce alteraciones
analíticas ni signos radiológicos, y en cuanto al tratamiento,
sólo podemos aliviarla pero no curarla.
Debemos tener presente siempre que el organismo es un todo, que
las articulaciones temporomandibulares (ATM) es una parte del
cinturón escapular (hombros, cuello y cabeza) y que a su vez éste,
es un componente de “gobierno” del resto del cuerpo. Partiendo de
esta base, nuestro tratamiento siempre irá pensado a mejorar el
estado general.
La función principal de la boca es la alimentación, y ésta la
hacemos a través de la masticación. Al masticar usamos los
dientes, que trituran los alimentos y forman el bolo alimenticio
junto con la saliva para iniciar la digestión. Usamos los músculos
masticadores, que van desde el cráneo a la mandíbula (único hueso
móvil de la cara). Por último, también las ATM que a manera de
bisagra, permiten toda clase de movimientos (apertura y cierre,
avance y retroceso, lateralidades derecha e izquierda, y hasta una
pequeña elongación), además, las ATM, son las únicas
articulaciones de nuestro organismo que el movimiento de una,
implica necesariamente el movimiento de la otra.
Esto precisa, por sus características anatómicas, de un disco
bicóncavo intraarticular, que separa dos compartimentos sin
comunicación entre sí con dos funciones diferenciadas; rotación
(principio de la apertura bucal) a expensas del compartimento
inferior, y traslación (continuidad hasta la máxima apertura) a
expensas del compartimento superior.
Por tanto, cuando existe un mal funcionamiento de las ATM, puede
deberse a una alteración de ellas: ligamentos y disco, o bien, a
una alteración de la musculatura que las gobierna, quedando
entendido que tanto unas, las ATM, pueden producir trastornos en
los músculos, como los otros, los músculos masticadores, pueden
producir trastornos en las articulaciones.
Todo ello está regido por los dientes, por su correcto engranaje,
llamado “oclusión”. Un trastorno en la oclusión, como pueden ser
la pérdida de dientes molares, o una prótesis mal diseñada o
confeccionada, o la movilidad de los dientes, implicaría tener que
cambiar las rutas congénitas del arco reflejo de la masticación,
adoptando unas rutas adquiridas para evitar el dolor, el contacto
prematuro o masticar con los dientes que queden, y esto producirá
dolor. El ejemplo para una mejor comprensión sería, que si
perdemos el tacón de un zapato, al final de la jornada, no nos
dolería el pié, nos dolería la cadera, ya que aquí termina el
movimiento del pié. Por todo esto deducimos, que debemos tener
todos los dientes en la boca, ya sean puestos o repuestos mediante
prótesis, a fin de tener una buena oclusión, que podríamos
definirla como el equilibrio entre dientes-músculos-ATM.
En la fibromialgia, se produce una alteración del sueño, “me
levanto más cansada que cuando me acosté”. Esta alteración ocurre
en la etapa 4 del sueño no REM, fase al principio del sueño de
unos 20 minutos de duración, y es cuando los músculos, a través de
unas reacciones químicas, se regeneran (no hay un sueño largo y
profundo, suele haber muchos despertares con poco tiempo de
dormir, suelen despertarse al menor ruido, suelen tener
dificultades para volver luego a conciliarlo). Esta fase no REM
del sueño es corta o muy corta en la fibromialgia, no dando tiempo
a la regeneración muscular, por lo que acumula en el músculo,
diferentes productos de degradación (catabolitos), que se producen
en la reacción química normal que induce a la contracción, el
aumento de estos catabolitos dentro del músculo va a provocar una
falta de oxigenación y a su vez, esta falta de oxígeno (hipoxia)
dan más acúmulos de catabolitos, estableciéndose así un círculo
que se perpetúa y aumenta el proceso.
Para mejorar los síntomas de la disfunción temporomandibular, se
comprende fácilmente que hay que reponer los dientes y rectificar
la oclusión en caso de desgastes de ellos, por medio de prótesis
dentales. Eliminar los catabolitos dentro de la célula muscular y
oxigenar al músculo hipóxico. Esto lo conseguimos por medio de
unas frecuencias de ondas cortas al músculo, por Estimulación
Trans Cutánea, TENS, que al oxigenarlo, elimina los productos
nocivos acumulados y los relaja, consigue llevar la mandíbula a
una posición de relajación-reposo. Una vez equilibrados los tres
pilares de la oclusión: ATM-músculo-diente, mantenemos este
equilibrio con un dispositivo que se conoce con el nombre de
férula, en este caso no lo es, si es una ortósis, ya que cambia
milimétricamente la relación entre estos tres elementos.
Siguiendo un protocolo diseñado por R. Jakelson (Seatle), con un
TENS que combina estímulos de alta y baja frecuencia, diseñado por
A. Giordani (Sao Paulo), podemos decir que aunque no remitimos en
su totalidad el dolor orofacial en los enfermos con fibromialgia,
sí lo aliviamos hasta hacer su vida mucho más confortable y
agradable, pasando de unos valores en una Escala Analógica Visual
(valores que el mismo paciente da) de 10 máximo dolor, a 2-3 dolor
o molestias soportables.
Dr. José Mª Oliveras
Cirujano Oral y Maxilofacial
Hospitales Universitarios Virgen del Rocío. Sevilla