El siglo XXI ha traído consigo nuevos términos nacidos en la
existencia de los amplios desarrollos en el área de la
Informática. Sin duda uno de los más apasionantes es el de la
/realidad virtual/, donde el participante se sumerge en una
representación de la realidad generada por el medio informático.
Se trata de una “realidad” ilusoria, ya que no se apoya en
percepciones objetivas sino que sólo existe dentro de la computadora.
Estas tecnologías, que hasta hace pocos años parecían propias del
mundo de la ciencia-ficción, tienen su origen en la interacción de
diversas disciplinas, como la informática, las matemáticas, la
física e incluso la ingeniería espacial. La realidad virtual se
utiliza para el aprendizaje de habilidades en entornos de alto
riesgo, como los simuladores de vuelo, y desde hace años intenta
aplicarse en los juegos de computadora.
Recientemente se ha informado de su aplicación en un área
diferente: el tratamiento del dolor. La /American Pain Society/
publicó un trabajo científico llevado a cabo por expertos de la
Universidad de Maryland (EE.UU.), donde comprobaron que la
repetida exposición a la realidad virtual era capaz de reducir las
percepciones dolorosas.
Las intervenciones de realidad virtual constituyen una experiencia
multisensorial generada por computadora, y se presume que la
reducción en la percepción del dolor se relaciona con un mecanismo
competitivo de estos procedimientos con la atención del individuo.
La realidad virtual actuaría bloqueando la capacidad de percibir
estímulos externos.
El experimento estadounidense, del que tomaron parte 28 adultos
jóvenes, constituye uno de los primeros trabajos realizados para
evaluar los efectos a largo plazo del tratamiento del dolor
mediante realidad virtual. La experiencia consistió en 8
exposiciones a lo largo de 8 semanas, en las cuales se valoró la
capacidad para contrarrestar la percepción dolorosa a un estímulo
doloroso con frío. A lo largo del estudio se observó aumento de la
tolerancia al dolor, asociada con disminución de las puntuaciones
de intensidad dolorosa, de ansiedad y de tiempo dedicado a pensar
en el dolor.
Existen diversas modalidades de orígenes de los cuadros dolorosos.
La mayoría de ellos pueden controlarse sin dificultad con el
empleo de fármacos de diversa graduación analgésica, desde la útil
respuesta al ibuprofeno en la mayoría de los dolores cotidianos
hasta la morfina en casos de dolor muy intenso o por afecciones
graves.
El advenimiento de estas nuevas estrategias terapéuticas
constituye sin duda un aspecto promisorio, para aplicar en
aquellos casos en los cuales el dolor crónico de difícil manejo
terapéutico compromete marcadamente la calidad de vida. Sin
embargo, estas tecnologías aún son de difícil acceso para el
público general. Mientras esperamos su difusión, consulte con su
médico quien le indicará las mejores opciones terapéuticas para su
cuadro de dolor. Editora Médica Digital, julio de 2009