EL CEREBRO Y EL SISTEMA INMUNOLOGICO
En los años 50, cuando los científicos alcanzaron una mejor comprensión de la fisiología del cerebro, empezaron a establecer los vínculos entre las emociones y las enfermedades, en lo que se refiere a la respuesta del cerebro a los estímulos del ambiente. Hoy, con la ayuda de la tecnología moderna para examinar las funciones del cerebro, junto con nuestra mejor comprensión nacida de los trabajos en los campos de la neurociencia e inmunología, la relación entre estas dos vías biológicas se hace mucho más clara. Mucho de esta interacción ocurre a través de la activación del eje de SPA en respuesta a la alostasis. Tanto el sistema nervioso central como el sistema inmunológico reciben información del medioambiente y otras partes del cuerpo a través de varias vías sensoriales. Los sistemas usan mediadores químicos específicos y moléculas mensajeras para la comunicación. Estas moléculas mensajeras, ya hayan sido producidas por las neuronas en el cerebro o por las células inmunes solicitando más recursos, pueden actuar como señales, no sólo para sus propios sistemas, sino también entre los dos sistemas. Hemos aprendido que los glóbulos blancos (células blancas) producen pequeñas proteínas conocidas como citoquinas que coordinan directamente la respuesta de otras partes del sistema inmunológico a los patogenes con vistas a luchar contra los virus y otras reacciones alérgicas. Las citoquinas, como el interleukin-1 y el interleukin-2, también actúan como señales químicas entre las células inmunes y otros tipos de células y órganos, incluyendo partes del cerebro. Las citoquinas pueden cruzar la barrera sanguínea del cerebro y estimular partes del cerebro, en particular el eje del SPA, que está involucrado en la batalla del sistema inmunológico.
Además de activar la producción de cortisol, las neuronas liberadoras corticales del hipotálamo también alcanzan las regiones del cerebro que regulan el sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso simpático inerva muchos de los órganos inmunes en el cuerpo como el tálamo, los nódulos linfáticos y el bazo.
Cualquier interrupción del eje SPA, ya sea debido a un trastorno hereditario o a través de la interferencia de las drogas o la cirugía, puede provocar un bajo suministro de cortisol. Ello puede producir una hiperactividad del sistema inmunológico y producir enfermedades inflamatorias como la artritis. Por otro lado, la salida excesiva de cortisol puede "apagar" al sistema inmunológico antes de que éste pueda limpiar a un invasor foráneo, una situación que puede producir un aumento de la susceptibilidad a la infección.
La tensión constante influye sobre el sistema inmunológico. La mayoría de los individuos pueden recordar algún momento en que estaban bajo una considerable tensión y durante el cual a menudo agarraron un resfriado. Cuando el cuerpo se expone súbitamente a un stress agudo, las funciones del sistema inmunológico son movidas hacia su preparación para lidiar con la lesión. Sin embargo, bajo condiciones de tensión crónicas, el sistema inmunológico puede ser menos sensible. Este último efecto depende de cuan crónico sea el estrés. En una investigación se tomaron voluntarios a los que se les preguntó sobre la mayoría de los eventos estresantes que habían pasado en sus vidas y luego les fue inoculado el virus del resfriado común, para analizar cuales de ellos se enfermaban. Aquellos que enfermaron fueron los que habían informado sobre situaciones estresantes que habían durado un mes o mucho más tiempo, normalmente asociadas al desempleo o alguna dificultad constante con la familia o amigos.
Los médicos conocen de siglos que la tensión física y emocional puede minar las defensas en relación con las enfermedades. Se han hecho varias demostraciones de las vías del sistema inmunológico de stress en los humanos. Buske-Kirschbaum, en una investigación de sujetos relacionados con historias de padecimientos alérgicos, erupciones superficiales, o asma, estudió la respuesta de estos y de niños normales a una prueba de stress. A los niños se le dio la tarea de preparar en cinco minutos, un pequeño discurso que debían presentar, entonces, ante un panel de jueces vestidos de blanco y con cara severa. Después de la presentación oral, a cada niño se le daba un problema aritmético mental a resolver. Para la mayoría de las personas estas dos pruebas son estresantes psicológicos potentes, que de forma consistente causan aumento del ritmo cardiaco, y de los niveles del cortisol en la sangre. Debido a que Buske-Kirschbaum había desarrollado una técnica para medir el cortisol en la saliva, que refleja los niveles libres de cortisol en sangre, hacia que los niños chuparan unos algodones dentales con sabor a limón. Una vez recogida toda esta información, encontró que los niños con una historia de enfermedad cutánea atópica o asma, tenían una respuesta mucho más baja y plana de cortisol ante el stress, que los niños saludables. Estos estudios claramente muestran que las personas con una tendencia a las enfermedades alérgicas tenían una respuesta al estrés más baja, en lo que se refiere a la liberación de cortisol, que sugiere que la propensión a las enfermedades autoimmunes podría venir, en parte, de una falta de respuesta de cortisol. Otras condiciones que pueden relacionarse con esta respuesta del sistema inmunológico del cerebro son la fibromialgia y el síndrome de la fatiga crónica. A menudo se considera que los pacientes con estos desórdenes son hipocondríacos o simplemente "cuello blancos” con exceso de trabajo.
¿Puede el estrés enfermarle? Existen fases de extremo estrés en muchos periodos de nuestra vida. En los años 80, los Glasers, un equipo formado por un matrimonio, probó si el estrés psicológico, como es estudiar para los exámenes, podría afectar el sistema inmunológico en estudiantes de medicina. Ellos examinaron la respuesta inmune inoculando a los estudiantes con la vacuna contra la Hepatitis B. Ellos encontraron que los estudiantes vacunados durante ese período estresante, mostraron niveles más bajos de anticuerpos que los estudiantes que no estaban bajo tensión alguna.
Las citoquinas producidas por el sistema inmunológico pueden penetrar en el cerebro e interactuar con las neuronas en diferentes partes de este. Algunos individuos creen que las citoquinas son importantes en el comportamiento de "enfermedad." Los pacientes que reciben tratamiento con citoquina para la inmunosupresión pueden experimentar sentimientos de depresión y suicidio. En nuestros días, se asocia una amplia variedad de enfermedades con el deterioro del sistema SPA.
Comprender cómo se desarrollan el sistema SPA y las correspondientes vías del cerebro es de gran importancia para entender cómo el desarrollo del cerebro basado en la experiencia durante los primeros años de la vida afecta esas vías.
J. Fraser Mustard, Canadá